Hace unos años se metía la palabra "feminismo" a mi cabeza. Ni Una Menos, en el 2015, me descolocó absolutamente. Empecé a conocer historias, escucharlas, leerlas. Empecé a soñar todos los días con que tipos (que a veces hacían de novios), me perseguían, me buscaban, siempre para pegarme, o para matarme.
Algo que me puse a pensar, es que la palabra machismo, sobre todo antes de todo esto, es normal, todos la usamos en algún momento, o la escuchamos desde chicos. Pero no es normal cuestionarnos de verdad lo que significa. La palabra feminismo no se escuchaba tanto, (por lo menos hablo por mí), y si se escucha(ba) se critica(ba) hasta menospreciar y hacer creer que es una mierda y que estamos todas locas. Hermosa sociedad.
En fin. No es fácil asumirse machista, es una porquería entender que nacemos y nos criamos en un sistema que nos enseña a naturalizar lo que nos corresponde de acuerdo a los genitales que nos toca, y que desde lo más chiquito, a lo más grande, alimenta a eso que se llama Patriarcado. Tuve el privilegio de crecer rodeada de personas que también me enseñaron a cuestionar ese sistema, y a buscar mi lugar en el mundo. Siempre teniendo claro que hay que ser uno mismo, sin importar las etiquetas y pensar en las opiniones de los demás. Dentro de esos cuestionamientos, entra el patriarcado. Nunca tuvo nombre, eran cosas que me parecían injustas, como tantas otras, pero esos detalles no tenían demasiada importancia. Así crecí. No sufrí nada demasiado extremo, más que opiniones sobre mi cuerpo en la calle, o los manoseos en los boliches. Algo que todas vivimos. Pero que hoy me parecen detalles gigantes, los que mantienen al sistema patriarcal.
Un día escuché la palabra feminismo, y cada vez más fuerte sonaba. En ese momento creía que era machismo pero al revés, y que las feministas eran exageradas cuando hablaban de Patriarcado. Nunca había leído nada acerca de eso, y me sentía culpable por juzgar algo sin conocer, así que empecé a buscar información. Leí mucho, escuché mucho, y me daba cuenta con más frecuencia que me identificaba con lo que el feminismo significa. Mi mirada empezó a cambiar. Es una cagada entender y observar que todo está teñido de machismo, sí. Ver las desigualdades y las injusticias solo por haber nacido mujer; ver que nosotros mismos tenemos actitudes o dichos machistas. El feminismo te sacude y te cambia la vida. Y te salva de todo eso, porque te enojas, de a poco dejas de tolerar, no aceptas más. Y te empezás a querer con todo lo sos, sabiendo que entraste en una deconstrucción que no se va a terminar nunca, porque el resto de tu vida solo vos decidís quién y qué querés ser y hacer.
Al mundo le falta tanta empatía, y aparece este movimiento que nace exclusivamente cuando te pones en el lugar de la otra. Y te duele. Y sentís angustia, lloras cada vez que aparece una hermana muerta. Te enojas cada vez que escuchas noticias de violaciones, de acosos. Te da impotencia cada vez que alguien sigue naturalizando frases atroces. Al mismo tiempo le dan más fuerza a tus convicciones y a las ganas de crear otro mundo.
Me es muy emocionante comprender también, que todos los derechos que tenemos hoy nosotras, los tenemos porque hace mucho tiempo que las locas gritan, y exigen lo que nos corresponde. Falta mucho, pero este es el camino.
El feminismo es querernos libres. Es justicia social. No tiene representantes, por eso para ser feminista no tenés que identificarte con alguien, sino simplemente con lo que significa feminismo.
Y como es una lucha de todxs, y para todxs, el futuro es feminista, y a esta revolución no la paran más.
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